lunes, agosto 28, 2006

“Tres, cinco, nueve…Cuántas me faltan?”

Ayer domingo por la tarde, tuve que ir hasta la panadería a comprar facturas. Más allá de mis ganas por comer algo dulce, la ida tenía su motivo fundamental en la entrega del dominio del televisor a mi persona. Mi hermano estaba viendo un Dvd con un amigo a minutos del comienzo del partido de mi equipo, River, contra Argentinos Juniors, y me dijo que si yo iba a comprar las facturas me dejaba la tele para ver el partido. Accedí y fui.
Ya en la panadería, frente al mostrador, esperando mi turno, me di cuenta que no sé moverme en el arte de la compra de facturas. Mientras desfilaban expertos a diestra y siniestra, vociferando frases como “media docena de cañoncitos, y media de fraile”, o “300 gramos de flautas”, o “te quedó selva negra?”, yo trataba de descular los rellenos de las masas que había frente a mí. Sé que dulce de leche y crema pastelera van para adelante, que el huevo sobre el vigilante no tanto, y que son inviables las pastafrolas, los membrillos o cualquier mermelada a base de frutas. Siempre hay que llevar alguna que otra medialuna, mejor si son de manteca. La figurita difícil es el churro de dulce de leche. Si hay, se compran. Su hermano bastardo, el churro sin relleno, se puede llevar si se sabe que hay dulce de leche para ponerle, pero sólo en casos extremos, porque no es lo mismo. Hasta aquí, parecería que tengo en claro cómo comprar facturas, pero es una mera ilusión. Hagan desaparecer las facturas mencionadas o cambien las formas usuales de las masas y me pierdo. Miraré, preguntaré los rellenos, dudaré. Todo esto sumado al hecho de que, generalmente, no sé que comen los demás. La única instrucción recibida ayer fue “comprá de crema pastelera”, y lo hice, pero cuando vieron la inusual forma redondeada de la factura, con agujero en el medio, llegó el “qué compraste??”. También compré unas con dulce de leche, redondas, y otras que tenían un polvito negro, que no probé.
Tal vez no les gustó mucho lo que elegí y se las comieron por compromiso, o tal vez estaban tan ricas que no podían hablar por tener sus bocas llenas (poco probable), pero una vez más me quedé sin saber si facturé bien.

6 Comments:

Blogger Sebi said...

En Nápoli, mi táctica para comprar una factura, fue esta:

Había una que se veía muy bien. Pero no tenía idea de como se llamaba. Lo peor, es que no podía apuntarle a la señora. Primero había que pagar en la caja, que estaba del otro lado. Entonces, esperé a que un señor pida algo. El señor pidió otra factura diferente... pero que costaba lo mismo. Escuché el nombre, lo memoricé. Fui a la caja y pedí la misma factura que el señor. Después me dirigí a las facturas... le di el ticket a la señora, y cuando estaba agarrando la factura que yo no quería, le dije, con mi más precario italiano...:

"..no, no... io posso cambiare por questa?"

Me miró. Tardó 3 segundos en descifrar lo que le dije. Miró hacia donde estaba apuntando yo... y éxito.

28/8/06 12:46 p. m.  
Blogger MARINA said...

A mi nunca me encargan eso ni me postulo tampoco, porque no sabria...no me gustan las facturas ni las medialunas ...de lo dulce solo entiendo de tortas...que hasta ahi...porque como no me gusta el chocolate siempre compro lo qu me gusta a mi que es cheesecake,lemonpie o de manzana...

28/8/06 6:40 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Nunca supe diferenciar las medialunas de manteca de las de grasa...

28/8/06 9:58 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

comete un pancho

29/8/06 6:25 p. m.  
Blogger Cadmo von Marble said...

La posta es pedir todo variado. "Dáme un poco de todo". Ahí la minita te hace una propuesta a la que decís que sí, porque ella sabe de lo que habla, y te llevas el paquete. Cuando se abre, atacás lo que a vos te gusta y los otros que se queden con los restos. El que compra elije, el resto se curte.

30/8/06 1:18 a. m.  
Blogger Sebi said...

Pau, aprendé a escribir... por dios.

8/9/06 2:09 p. m.  

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