日本夜 (Noche japonesa)
Fuimos llegando cerca de las 20:30 a Nihonbashi para cenar. Famoso restaurant de comida tradicional japonesa, donde cada noche la familia Nakatsukasa deleita a comensales con un festín de platos orientales.
El motivo de la cena era la despedida de un amigo que vuelve a su madre patria, aquella que lo vio nacer allá por el fin de los años setenta. Una vuelta donde se entremezclan lo laboral y lo sentimental. Una oportunidad para crecer profesionalmente, y también para terminar con un desarraigo de años, y de volver a caminar por entre su historia personal. Y qué mejor lugar para hacerlo que Japón?
En el momento en que uno cruza el umbral de la puerta para entrar a ese restaurant de la calle Moreno, que nada parece decir por fuera, ya nota una hospitalidad y una cordialidad que no se sienten muy frecuentemente. Nos recibió la mamá de Hiro, el homenajeado, vestida en su kimono rosa, así como todas las mozas del lugar, y nos acompaño a nuestra mesa.
Ya llegados todos, brindamos, una de tantas veces, con cerveza japonesa augurando la mejor de las suertes para nuestro compañero viajero. Cada uno se colocó su delantal naranja con la inscripción “Nihonbashi” y luego se dio comienzo al banquete.
Entrada 1: Tofu. Dos pequeñas porciones de este manjar para despertar las papilas gustativas y prepararlas para lo que vendría.
Entrada 2: Sushi. Pero sushi de verdad. De varios tipos, algunos desconocidos para quien escribe. Uno más rico que el otro.
Entrada 3: Tempura. Mariscos y vegetales fritos en harina. Si nunca probaron, háganlo. No tiene desperdicio.
Abro un paréntesis aquí para inaugurar la nueva sección “Momento Gay del Mes” (sin ningún ánimo de ofender a la comunidad homosexual, obviamente). Este mes el ganador es nuestro amigo Tomás por su incursión en el campo de la poesía grupal. En el momento en que estábamos haciendo entrega del mate con bombilla de regalo para que Hiro se lleve a Japón, Tomás sugirió que cada uno de nosotros (éramos siete hombres) pronunciase una sola palabra y encadenándolas formar una frase para acompañar el presente. No voy a repetir la frase que se construyó porque prefiero proteger a mi amigo Tomás de futuras burlas de todo tipo. Continuando con la cena.
Plato Principal: Yakiniku. Cual fondue, se cocina la carne y las verduras en la mesa misma, acompañado con lengua al limón (delicia exquisita). Aquí todos nos deleitamos cocinando a diestra y siniestra.
Quique le preguntó a Hiro si había ido alguna vez al barrio chino en Belgrano (Hiro vive hace más de 15 años en el país). Quería saber cuánto costaba un kimono porque quería comprar uno para usar en su casa cuando volviese del trabajo y así relajarse (Quique es el mismo que a su llegada a Buenos Aires paró el subte levantando la mano, como si fuese un colectivo. Sos groso Quique, definitivamente distinto a todos).
Terminada la extraordinaria comida, llegó el momento del té y el Sake (bebida alcohólica japonesa). Brindamos siete veces, uno por vez, cerrando con un ‘campai’ (‘salud’) .
Luego se acercó el papá de Hiro a la mesa. Chef del lugar, créanme cuando les digo que parecía salido de una película de Kitano. Vestido con su ropa de cocinero, y con su español japonés, lo que ese hombre no tiene de bueno lo tiene de sabio. No se si es porque uno tiene ciertos preconceptos y un gran respeto sobre la filosofía oriental y su gran tradición e historia, pero parecía que nos podría haber hablado por horas y horas sin que hubiésemos perdido interés alguno en cada una de sus palabras.
Nos despedimos de nuestros anfitriones agradeciéndoles por la velada y partimos a cerrar la despedida al casino flotante de Puerto Madero. Domingo a la madrugada, pero el lugar estaba repleto. Algunos ganaron y otros perdieron, pero yo me entretuve mirando a un señor que estaba sentado en la mesa de Black Jack, al lado de Hiro, y que jugaba mil pesos por mano. Tiraba las fichas doradas sobre la mesa de la misma forma que cualquiera de nosotros arroja porotos en una partida de bingo hogareña. Y perdía más de lo que ganaba.
Hiro dijo que todavía no cae en el hecho que se va. Creo que nosotros tampoco. Todo es muy reciente todavía. Tal vez nos demos cuenta cuando nos den ganas de levantar el teléfono para ir a tomar algo y vernos las caras y reírnos un rato. Pero sé que nos veremos antes de lo que parece, acá o allá.
El que dijo que cuando un amigo se va queda un espacio vacío, tenía razón. Pero quedate tranquilo Hiro, aquí te estaremos cuidando el lugar para cuando vuelvas. Te lo ganaste.
Salud amigo, buen viaje, y nos vemos pronto.
よい運.
El motivo de la cena era la despedida de un amigo que vuelve a su madre patria, aquella que lo vio nacer allá por el fin de los años setenta. Una vuelta donde se entremezclan lo laboral y lo sentimental. Una oportunidad para crecer profesionalmente, y también para terminar con un desarraigo de años, y de volver a caminar por entre su historia personal. Y qué mejor lugar para hacerlo que Japón?
En el momento en que uno cruza el umbral de la puerta para entrar a ese restaurant de la calle Moreno, que nada parece decir por fuera, ya nota una hospitalidad y una cordialidad que no se sienten muy frecuentemente. Nos recibió la mamá de Hiro, el homenajeado, vestida en su kimono rosa, así como todas las mozas del lugar, y nos acompaño a nuestra mesa.
Ya llegados todos, brindamos, una de tantas veces, con cerveza japonesa augurando la mejor de las suertes para nuestro compañero viajero. Cada uno se colocó su delantal naranja con la inscripción “Nihonbashi” y luego se dio comienzo al banquete.
Entrada 1: Tofu. Dos pequeñas porciones de este manjar para despertar las papilas gustativas y prepararlas para lo que vendría.
Entrada 2: Sushi. Pero sushi de verdad. De varios tipos, algunos desconocidos para quien escribe. Uno más rico que el otro.
Entrada 3: Tempura. Mariscos y vegetales fritos en harina. Si nunca probaron, háganlo. No tiene desperdicio.
Abro un paréntesis aquí para inaugurar la nueva sección “Momento Gay del Mes” (sin ningún ánimo de ofender a la comunidad homosexual, obviamente). Este mes el ganador es nuestro amigo Tomás por su incursión en el campo de la poesía grupal. En el momento en que estábamos haciendo entrega del mate con bombilla de regalo para que Hiro se lleve a Japón, Tomás sugirió que cada uno de nosotros (éramos siete hombres) pronunciase una sola palabra y encadenándolas formar una frase para acompañar el presente. No voy a repetir la frase que se construyó porque prefiero proteger a mi amigo Tomás de futuras burlas de todo tipo. Continuando con la cena.
Plato Principal: Yakiniku. Cual fondue, se cocina la carne y las verduras en la mesa misma, acompañado con lengua al limón (delicia exquisita). Aquí todos nos deleitamos cocinando a diestra y siniestra.
Quique le preguntó a Hiro si había ido alguna vez al barrio chino en Belgrano (Hiro vive hace más de 15 años en el país). Quería saber cuánto costaba un kimono porque quería comprar uno para usar en su casa cuando volviese del trabajo y así relajarse (Quique es el mismo que a su llegada a Buenos Aires paró el subte levantando la mano, como si fuese un colectivo. Sos groso Quique, definitivamente distinto a todos).
Terminada la extraordinaria comida, llegó el momento del té y el Sake (bebida alcohólica japonesa). Brindamos siete veces, uno por vez, cerrando con un ‘campai’ (‘salud’) .
Luego se acercó el papá de Hiro a la mesa. Chef del lugar, créanme cuando les digo que parecía salido de una película de Kitano. Vestido con su ropa de cocinero, y con su español japonés, lo que ese hombre no tiene de bueno lo tiene de sabio. No se si es porque uno tiene ciertos preconceptos y un gran respeto sobre la filosofía oriental y su gran tradición e historia, pero parecía que nos podría haber hablado por horas y horas sin que hubiésemos perdido interés alguno en cada una de sus palabras.
Nos despedimos de nuestros anfitriones agradeciéndoles por la velada y partimos a cerrar la despedida al casino flotante de Puerto Madero. Domingo a la madrugada, pero el lugar estaba repleto. Algunos ganaron y otros perdieron, pero yo me entretuve mirando a un señor que estaba sentado en la mesa de Black Jack, al lado de Hiro, y que jugaba mil pesos por mano. Tiraba las fichas doradas sobre la mesa de la misma forma que cualquiera de nosotros arroja porotos en una partida de bingo hogareña. Y perdía más de lo que ganaba.
Hiro dijo que todavía no cae en el hecho que se va. Creo que nosotros tampoco. Todo es muy reciente todavía. Tal vez nos demos cuenta cuando nos den ganas de levantar el teléfono para ir a tomar algo y vernos las caras y reírnos un rato. Pero sé que nos veremos antes de lo que parece, acá o allá.
El que dijo que cuando un amigo se va queda un espacio vacío, tenía razón. Pero quedate tranquilo Hiro, aquí te estaremos cuidando el lugar para cuando vuelvas. Te lo ganaste.
Salud amigo, buen viaje, y nos vemos pronto.
よい運.
8 Comments:
Una sintesis perfecta de la noche. Un velada sensillamente divertida y sentimental. Salud!!! o mejor dicho, campai!!! y buen viaje Hiro.
Es verdad, cuando uno amigo se va queda un espacio vacío. Y si ese amigo es japonés más todavía!!! Hiro es mi 1º y único amigo japonés y no quiero otro!!!!
Les dejo la frase de despedida con la que se despidió de mi :
"Fue un placer haberte conocido..."
O el hijo de puta éste sabe algo de mi vida que yo todavía no me enteré o definitivamente se va a un templo buda para nunca más volver...
tu crónica te lleva a haber estado ahí.
al margen, nunca usaste los datos q t dí d la lotería y el bingo...
HIRO, buen viaje y buen viaje.
RE
la verdad la pasamos muy lindo!
en este momento estoy en un depto de japon, comiendo comida instantaneo... y la verdad todavia no caigo que estoy en un lugar tan lejos de donde estan...
gracias palta(mati), oso(mati), tomy, mandel, manu, kike!!
espero verlos pronto!
los quiero mucho!!!!!!
by: HIRO
Ladrón que roba a ladrón y revierte la frase de quién quiso defenestrarla, y encia la reivindica, más que cien años de perdón, está declarando una guerra.
Prometo no haber robado. Tampoco recuerdo haberla defenestrado. El lenguaje es limitado, y las frases comunes son exactamente eso: comunes.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Hola, ustedes no me conocen a mi, ni yo a ustedes, pero si a Hiro. Es un recuerdo que guardo en un lugar muy muy especial de mi corazon. Me da mucha alegria saber que el esta en su pais, y esta muy bien. Espero que el, sus hermanos y padres esten muy bien.
Hiro si lees esto, te deseo todo lo mejor, siempre supe que ibas a volver a tu Japon nata.
Te quiero mucho, Florencia, honguito.
O como decias vos, Frorencia.
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